Exordio

La venda cae y la fe se torna convicción. ¡Sólo en la convicción reside la liberación y la redención!

Mis palabras van dirigidas solamente a quienes buscan con seriedad. Ellos deben estar dotados de capacidad y voluntad para estudiar con objetividad esta objetiva obra. Los fanáticos religiosos y los entusiastas inconstantes que desistan de ello, pues sólo perjudican a la Verdad. Los malintencionados y los que prejuzgan habrán de encontrar por sí mismos su juicio en las palabras.

El Mensaje alcanzará solamente a quienes todavía conserven en sí una chispa de Verdad y el ardiente deseo de ser realmente hombres. A todos ellos servirá de faro y báculo. Sin rodeos los sacará del caos de la actual confusión.

La Palabra que viene a continuación no pretende aportar una nueva religión, sino ser para todos los oyentes y lectores sinceros la antorcha con que encontrar el camino recto que los conduzca a las anheladas Alturas.

Sólo quien se mueve por sí mismo puede avanzar espiritualmente. El necio que se vale para ello de recursos ajenos en forma de concepciones hechas, recorre su senda no de otra suerte que el que se apoya en muletas en tanto que sus propios miembros sanos permanecen inactivos.

Mas en cuanto recurre a todas las facultades que, dormitando en él esperan su llamada y resueltamente las emplea para la ascensión, aprovecha según la Voluntad de su Creador el “talento” que le fue confiado. Así podrá superar fácilmente cuantos obstáculos se crucen en su camino con ánimo de descarriarle.

¡Despertad, pues! Sólo en la convicción reside la fe auténtica, y la convicción sólo se logra mediante un estudio y un examen implacables. ¡Erguíos como seres vivientes en la maravillosa Creación de vuestro Dios!

– Abd-ru-shin